¿HAN AUMENTADO LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS EN ESTOS ÚLTIMOS AÑOS?

¿HAN AUMENTADO LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS EN ESTOS ÚLTIMOS AÑOS?

En primer lugar, vamos a definir lo que es una enfermedad psicosomática:

Las enfermedades psicosomáticas, o trastornos psicosomáticos, son las enfermedades físicas que tienen su origen en factores psicológicos que conllevan al origen, mantenimiento e incremento de la enfermedad.

Las causas de las dolencias no tienen correspondencia con causas médicas y se consideran una muestra física de los asuntos emocionales o psicológicos del individuo.

Se puede hablar de enfermedades psicosomáticas tanto cuando los trastornos mentales derivan en patologías físicas, como cuando las enfermedades físicas se agudizan como consecuencia de los trastornos mentales que padece el enfermo.

Los síntomas psicosomáticos más frecuentes son:

  • Dolor de espalda
  • Mareos o vértigos
  • Dolor en extremidades
  • Gases en el estómago
  • Dificultad al respirar
  • Palpitaciones, taquicardia
  • Dolor en articulaciones
  • Dolor en el pecho
  • Nauseas

Los estudios que se han realizado al respecto, muestran que el cerebro es el responsable de poder bloquear el sistema inmunológico de la persona y así ser más vulnerable a los agentes patógenos.

 Para tratar este tema hay que conocer el sistema límbico y las emociones. Para ello, tenemos que ahondar en lo que son las emociones y que fenómenos químicos y fisiológicos producen en el cuerpo humano.

Las emociones para Aristóteles son facultades emotivas en los seres humanos, que pueden llegar a generar susceptibilidad y causar en algún momento que se cambien los juicios y se generen otro tipo de impresiones; están acompañadas de placer y dolor, dependiendo de los estados de ánimo con los que se cuente, en el momento de sentir alguna emoción.

El dualismo ontológico de René Descartes que postula que el alma y el cuerpo se encuentran separados y son sumamente distintos; el alma es etérea e inmortal, divina, mientras que el cuerpo es terrenal, imperfecto y pertenece a los hombres.

Ya con Baruch de Spinoza, con una visión más neurobiológica, sostenía que la mente humana era la idea del cuerpo humano, o sea uno mismo.

Esta idea tomó fuerza en el siglo XXI, gracias al neurocientífico, António Damásio. El estudio filosófico de las emociones dio paso al estudio psicológico y ulteriormente al neurocientífico.

El término límbico[i] fue acuñado por primera vez en 1878 por el médico francés Paul Broca, el habló del grand lóbulo limbique (el gran lóbulo límbico), para referirse a la zona ubicada hacia el borde inferior de la glándula pineal.

El sistema límbico y su estudio conlleva a Philip Bart en 1928 a señalar al hipotálamo como centro crítico para la coordinación del comportamiento emocional.

Un estado de alarma hace lo que se denomina “el secuestro de la amígdala”, según Marián Rojas Estapé, que es una reacción desmesurada ante un suceso.

Los mecanismos de defensa, y las sustancias químicas que libera el organismo en un momento determinado, frente a cualquier situación que se interpreta como peligrosa, son saludables para activar una respuesta en un momento dado, pero cuando la tensión es constante, la ansiedad es una enfermedad, y acaba por producir una alteración orgánica nociva.

Con lo cual, en primera estancia, las emociones se consideran adaptativas y dependen de la valoración que le hace cada individuo al estímulo, es decir de como se perciben los estímulos por cada persona, y dependiendo de esa respuesta puede ser desadaptativa, si se continua en un estado de enfado, tristeza, ansiosos, etc.…después que haya desaparecido el estímulo que lo ha provocado. Con lo que conlleva a un sobresfuerzo continuo que provoca una alteración en la salud física o mental o ambas.

Los estados de tristeza, ira, ansiedad o depresión continuados en el tiempo producen cambios de hábitos alimenticios, sedentarismo o las adicciones (tabaco, alcohol), para contrarrestar éstas.

Las reacciones emocionales duraderas en el tiempo, impulsa la activación del sistema nervioso autónomo con ascensión de la frecuencia cardiaca, hipertensión arterial, aumento de la tensión muscular, disfunción central de neurotransmisión, activación del eje hipotalámico-hipofisario-corticosuprarrenal con perturbación de ritmos circadianos de cortisol, etc. Esta estimulación fisiológica continua puede generar cierto grado de inmunodepresión, que nos hace más vulnerables a enfermedades infecciosas o de tipo inmunológico.

Según un estudio presentado en la revista médica “The Lancet”, constata que los efectos mentales de la pandemia han afectado más a un rango de la población que otro, siendo más afectadas las mujeres que los hombres y que ha dejado más huella entre las edades de 20 a 34 años.

El número de personas que sufrieron cuadros de depresión o ansiedad en España aumentó entre un 25% y un 30% en 2020 a causa del coronavirus, según el primer estudio que ha evaluado el impacto de la pandemia sobre la salud mental a escala global.

En el conjunto del mundo, los cuadros de depresión mayor ascendieron en 2020 a 246 millones, un 28% más que los 193 millones de casos que hubiera habido en ausencia de la pandemia.

En el caso de los trastornos de ansiedad, afectaron a 298 millones de personas en 2020, un 26% más de lo que se hubiera registrado si no hubiera surgido el coronavirus.

Se han analizado 204 países, y España se encuentra en un nivel medio, y con respecto a Europa, se encuentra entre los países más afectados, junto a Francia, Bélgica y Portugal. Según los investigadores, esta situación esta proporcionalmente relacionado con las medidas impuestas por los gobiernos ante la situación


[i] El sistema límbico es un sistema filogenéticamente antiguo formado por varias estructuras cerebrales complejas que se ubican alrededor del tálamo y por debajo de la corteza cerebral. Es el principal responsable de la vida afectiva.1​ En la actualidad se sabe que el sistema límbico está involucrado, junto con otras estructuras más allá de sus límites, en la formación de la memoria, el control de las emociones, las motivaciones, diversos aspectos de la conducta, la iniciativa, la supervivencia del individuo y el aprendizaje.1​ Desde el punto de vista funcional, integra estructuras como la circunvolución cingular, la cisura longitudinal, el septo, el cuerpo mamilar del hipotálamo, el fórnix, el hipotálamo, la amígdala cerebral y el hipocampo.

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