¿Pueden los fármacos que la ciencia crea, ser un arma para matar?
Es curioso que cada vez que surge un caso de muerte o mala praxis en la medicina no convencional, se haga eco del peligro que suscita el exponerse a dichas terapias, pero que sin embargo no se hable de las muertes que lleva la medicina convencional con el abuso de prescripción de ciertos fármacos como son los analgésicos, entre otros.
En EEUU la venta de analgésicos se ha cuadriplicado desde 1999 a 2010 en el último informe publicado por Trust of American Health. Los efectos adversos de los fármacos son la primera causa de muerte en EEUU, el mismo número de víctimas que si se estrellaran tres aviones cada día.
Posteriormente se ha publicado un estudio en los Annals of Internal Medicine que informa que el efecto adverso de los fármacos es la primera causa de muerte.
Se podría decir que es en EEUU que lo que no ocurra allí, no ocurre en ninguna parte. Pues no es cierto, la epidemia se expande y también ocurre en Europa. Según Peter Gotzsche, profesor de medicina y farmacología clínica de la Universidad de Copenhague: los medicamentos son la tercera causa de muerte en el mundo.
Llegados a este punto nos incluimos en ese mundo del que habla el Dr. Goetzsche y según el farmacólogo Joan Ramón Laporte, que introduce la versión española: En Europa mueren al año 197.000 personas por esta causa.
Los dos coinciden en resaltar el mal uso de los antipsicóticos o antidepresivos, que no son efectivos para la depresión es más aumentan la tasa de suicidios del 2% al 4,5% anual.
La cuestión radica, según Laporte en que el 95% de este tipo de fármacos no lo receta un psiquiatra, sino un médico generalista a personas que carecen de depresión y que simplemente están tristes por determinadas circunstancias que normalmente son depresiones exógenas y pasajeras.
Los dos expertos coinciden también y son bastante críticos al respecto de la invención de nuevas enfermedades para introducir fármacos a menores, población amplia que quieren incluir entre su clientela para aumentar los beneficios.
Entre estas enfermedades se encuentra el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención), que se ha visto aumentado en estos últimos años y que apareció por la queja de los maestros porque los niños no prestaban atención.
Los fármacos que se usan en estos supuestos enfermos actúan como la anfetamina y la cocaína en el cerebro, causando lesiones y sólo consiguen una mejora en el comportamiento del niño pero no la mejora de su rendimiento escolar.
La independencia de la formación de médicos de la industria, es imprescindible para paliar esta situación que está causando tantas muertes en nuestra sociedad. En España un 95% de los laboratorios son los que finanza la formación de los médicos y por ello tal vez, éstos desconozcan tanto sobre los efectos e interacciones que existen entre los fármacos que ellos mismos prescriben.
La cuestión es que la industria farmacéutica es el tercer motor económico tras la venta de armamento y el narcotráfico y en EEUU tiene unas ganancias cuatro veces mayor que los otros dos sectores.
La vía que puede hacer cambiar este fenómeno es por un lado el aumento de los controles y la vigilancia farmacológica, siempre que este control sea realizado por un ente totalmente ajeno al sector.
Otra pesquisa es que aumente la formación de los médicos al respecto y por último no menos importante por ello, que la gente cada vez que se le recete algún fármaco deben preguntar: para qué sirve, cuales son los beneficios que se espera al tomarlo, si se puede esperar a tomarlo por si hay una mejoría espontánea y la compatibilidad con otros medicamentos que se esté tomando en esos momentos.