Los transgénicos son organismos que han sido modificados por genes de otros organismos, la mayor parte son plantas destinadas a la alimentación.
La palabra «transgénico» proviene de «trans» (cruzar de un lugar a otro) y «génico» (referido a los genes), o sea, es todo aquel organismo que tiene incorporado un gen extraño. Los transgénicos se dividen en dos grandes grupos:
Resistentes al herbicida glifosato (y conteniendo cantidades de uno de los pesticidas más potentes del mercado) y Tolerantes a insectos (Desarrollan características genéticas insecticidas).
Los híbridos sin embargo, son mezclas de variedades iguales o similares. La misma información genética o ADN se intercambia con los mismos cromosomas, pero no se ve alterado el orden de los genes y se quedan en las mismas ubicaciones dentro del cromosoma.
En el caso de los transgénicos no se sabe dónde se ubica la nueva característica en la cadena cromosómica.
Entre los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimenticia encontramos: la soya resistente al herbicida glifosato, y el maíz resistente al taladro, un insecto.
Charles Darwish ya demostró la eficacia de la selección natural, término que acuñó el mismo y que explica la evolución biológica. Darwish muestra cómo cualquier especie de la naturaleza selecciona su pareja sexual para procrear a individuos con características destacables para garantizar una descendencia con mejores genes capaces de adaptarse al medio que le rodea.
Desde hace muchos años el hombre, que se aprendió la lección, ha estado interviniendo en el proceso de procreación y recombinación de animales y plantas para mejorar o modificar los genes de las distintas especies y obtuvieran mejores cualidades.
Estas alteraciones del ADN, se inician el siglo pasado, por los años 90. Lo que en un inicio era para erradicar hambrunas y crear alimentos más resistentes, más tarde fue aprovechado para beneficio de las industrias alimentarias. El 90% de los cultivos de soya, maíz, algodón y canola son modificados en los Estados Unidos.
A pesar de las argumentaciones que dan algunos expertos del daño que producen al medio ambiente y los riesgos graves para la salud, el panorama científico está incompleto- de forma deliberada, según afirma el Dr. Mercola en muchos de sus artículos.
Las compañías agrícolas como Monsanto y Syngenta han coartado las investigaciones de forma independiente de este tipo de cultivos, ya que se niegan a proporcionar semillas, o poner limitaciones o trabas que limitan la investigación. Todo ello lo hacen amparados por la ley de patentes en los Estados Unidos.
Los Angeles Times publica:
“Las compañías agrícolas defienden su postura diciendo que el hecho de no restringir las investigaciones podría hacerlos vulnerables a demandas si de alguna manera algún experimento provoca daño o porque podría hacer que la competencia tuviera mucha información sobre sus productos. Pero es probable que las compañías también le teman a otra cosa: Un experimento podría revelar que los productos genéticamente modificados o transgénicos son peligrosos o bien no cumplen lo que prometen.”
En conclusión, es probable que estemos gastando, incluso sin saberlo, productos o alimentos que contengan transgénicos, aunque en Europa se tenga un mayor control sobre este tipo de alteración genética en los productos alimenticios, es más que probable que también estemos consumiendo los experimentos genéticos y padeciendo sus grabes consecuencias, también, sin saberlo.